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martes, 29 de diciembre de 2009

Los orígenes de Roma

El origen de la ciudad de Roma se encuentra estrachemente ligado con el Río Tíber. Los pueblos de la Italia meridional, sobre todo, etruscos y sabinos, necesitaban cruzar constantemente un río más o menos caudaloso que partía en dos la Italia central y que dividía las dos zonas más ricas de Italia: Etruria y Campania, y resulta que uno de los mejores lugares para vadearlo se encontraba en un recodo junto a una gran formación rocosa (monte capitolino) y varias colinas facilmente defendibles. Estamos hablando, por supuesto, del monte capitolino y del palatino, las dos colinas sobre las que se asienta el nacimiento de Roma. Entre ambas colinas, una pequeña llanura cenagosa que desaguaba en el rio (cloaca maxima) y que finalmente fue desecada, resultó, con el paso de los siglos el foro romano. Pero aún hay más: resulta que hasta ese punto, la isla Tiberina, el río era navagable, por lo menos para barcos de pequeño calado con lo que el enclave tenía otra ventaja a su favor.

En su nacimiento Roma no era más que un conjunto de cabañas de barro de carácter tribal asentadas en el monte capitolino que se aprovechaban del paso de personas entre Etruria y la llanura latina. Varias razones les llevaron a los primitivos habitantes a tomar tal decisión. Primero porque se trata de una zona de fácil defensa (no sólo por estar en una posición elevada sino por las llanuras pantanosas), segundo, porque era una zona próxima al cruce vadeable del río y, tercero, porque el valle estaba cubierto de zonas pantanosas que atraían a los mosquitos (paludismo). Está última circunstancia era también una ventaja ya que permitía estar al resguardo de posibles saqueadores, puesto que el mar quedaba a una jornada de camino (aprox. 25 Km.) Con el paso de los años, la colinas de alrededor se fueron poblando formando pequeñas aldeas rodeadas por cursos de aguas. El más destacado era el Velabro, un arroyo que cruzaba por el valle del Foro y que desembocaba en el Tíber por el foro boario.

Además de la circunstancia de las colinas junto al recodo del Tiber, tenemos con que por ese lugar se construyó el primer puente (el Pons Sublicius, construido mediante pilotes de madera sobre el 600 a de C,) por el que cruzaba, entre otras, tal vez, la vía más antigua: la via salaria, con lo que aquel inicial asentamiento se convirtió en un cruce de caminos. Esta vía debe su nombre a la palabra latina que nombra a la "sal", pues era la ruta utilizada por el pueblo de los Sabinos para transportar sal hacia el Río Tíber, o bien para comerciar con los etruscos. Posteriormente esta vía acabó convertida en calzada romana "Salaria", que nacía de la Puerta Collina de la Muralla Serviana y que en tiempos del Imperio, partía de la Puerta Salaria de la Muralla Aureliana (via salaria nova), cruzaba los Apeninos por Castrum Truentinum, pasando por Reate y Ausculum hasta llegar al mar Adriático.

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