El teatro romano de Málaga, descubierto por casualidad durante el transcurso de unos trabajos de ajardinamiento en 1951, es una prueba palpable de la importancia que la antigua ciudad federada de Malaca tuvo en los tiempos de la dominación romana.
Importancia que se confirma con los recientes trabajos de investigación llevados a cabo por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía para la recuperación del teatro romano en los que se ha podido documentar la presencia estable de colonos fenicios, al menos, desde el siglo VII a.C., con lo que podemos constatar que el origen de Málaga se encuentra en la falda del monte Gibralfaro y que su estructura de ciudad oriental, primero con los fenicios y luego con los cartagineses, no se perdió durante los primeros siglos de dominación romana.
Sobre el teatro romano podemos decir que fue construido en tiempos del emperador Augusto, posiblemente en los primeros años de su principado, y catalogarlo de construcción mixta en el sentido de que aprovecha la ladera pero ademas crea una terraza artificial sobre las que se asientan las gradas. Posee un tamaño parecido a otros teatros como el de Baelo Claudia, Itálica o Acinipo.
De su graderío se conserva más de la mitad. Las obras de recuperación muestran claramente la distinción entre el graderío original y el añadido en los recientes trabajos de reconstrucción. En mi opinión, desvirtúan los restos originales aunque entendible en el afán de la Junta de volver a recuperar el edificio para su uso primigenio.
La orquesta conserva su suelo de placas de mármol en muy buenas condiciones y tres escalones de mármol para la ubicación de sillares. Igualmente, se conservan las rejillas de mármol que servían para drenar el agua procedente de las escorrentías del graderío.
Con el paso de los siglos fue cayendo en desuso al compás de la decadencia del imperio. Con la invasión de los vándalos en el 411 d. C. y la posterior llegada de los visigodos, la cultura romana y con ella, todo lo que representaba, se "extinguieron", y ni el pequeño brote surgido de la dominación bizantina lo pudo evitar.
Entre los siglos V y VI, toda la zona se convierte en un cementerio de rito cristiano extendiéndose por toda la calle alcazabilla.
Con la llegada de los musulmanes el monumento hacía mucho que había perdido toda su funcionalidad. Se cree que sirvió de cantera para levantar parte de la muralla de la alcazaba y que los restos se diluyeron con el paso de los siglos (durante los siglos XVII y XVIII se asentó un pequeño barrio de vivendas humildes) hasta desaparecer de la memoria colectiva de una ciudad, al igual que en Cádiz o en Zaragoza, donde recientemente se han descubierto sendos teatros.
Por suerte, podemos volver a contemplarlo en buena parte de su plenitud (se observa claramente el graderío añadido) gracias a las obras de restauración que se han llevado a cabo durante los dos últimos años (2004-2006).
miércoles, 30 de diciembre de 2009
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